La regla personal que surgiría de esa insólita batalla sería una: Si no tenés más cada vez, vas mal. Si cada vez tenés más, vas bien.
Y tener es lo que definiría quién sos. Tener mandaría. Y ser...ser sería el resultado de lo que tenés. Serías exitoso, cuando más dinero y bienes tendrías. Serías un miserable, cuando menos tendrías. Y ahí sí marcharíamos...derechito al precipicio.
Si tuviera que tener más, tendría que estudiar. Y ser el primero. Decidir cuanto antes mi futura profesión. Y tener las mejores notas, conseguir el mejor empleo. Y olvidarme de todos mis intereses, porque me quitarían tiempo, me distraerían. Y seguir estudiando. Leer el mercado laboral. Entender la demanda. Fortalecerme ante mis competidores...vencer, pisotear, avanzar a cualquier precio...escalar.
Significaría poner el carro adelante del caballo. La plata primero, la vida detrás. Y ya.
Y si lo más importante fuera la riqueza material, los altos directivos de las empresas tomarían cualquier decisión para ganar más: reducir costos a cualquier precio, maximizar las ganancias, lograr el bonus, mantener contentos a los accionistas. Pagarían, por ejemplo, los salarios más bajos posibles. Contratarían a los que menos quieren cobrar. Cobrarían a los clientes todo lo que se pueda, incluso lo que no han consumido. Declararían valores admirables, se comprometerían poco. Bajarían la calidad de las materias primas (aún si hicieran daño a los clientes), reducirían las cantidades de producto y los niveles de servicio, inventarían campañas que alerten a las masas y aumenten la demanda...y muchas cosas más.
Los empleados claro, estarían descontentos, mal pagos, frustrados. Atenderían mal a sus clientes...total si a ellos sus empleadores los tratan mal. Sus capacidades y talentos sería lo menos importante. Y los clientes estarían enojados, y tratarían mal a los empleados que atienden. Y estarían cada vez más enfermos.
Y la gran mayoría tendría cada vez menos, y algunos pocos tendrían cada vez más. Y el mundo cada vez estaría peor.
Comentarios
Publicar un comentario