El golpe es duro

Alguna vez escribí que gran parte de las frustraciones que sufrimos se deben a la brecha que existe entre las expectativas que suponemos la sociedad, y el entorno, nos imponen (o creemos nos imponen) y la lectura que hacemos de lo que somos y de cómo somos.
Llegando a los 40 asoma una oportunidad de analizar todos estos años que viví.  Efectivamente me gusta concluir que si tuviera la oportunidad de regresar en el tiempo, volvería a elegir casi todo lo que hice y lo que soy. Dejo fuera todas aquellas cosas que hice que hirieron a otras personas. El resto, si bien me puedo arrepentir de algunas, entiendo en perspectiva que fue bueno pasar por ellas. Me ayudaron a aprender y sin lugar a dudas, a ser una mejor persona.
Hoy mi entorno me presiona a estar bien, a dejarme de joder con la edad, y a convencerme de lo joven que estoy y que los 40 de ahora no son los de antes. Me hace un poco de gracia y aprovecho para reirme de mí.  En el fondo siento que ya no soy el físico de hace 10 o 20 años,  que el nivel de energía es notablemente menor,  que escojo mejor mis batallas y que el peso de la responsabiliad que cargo en mi espalda es completamente distinto.
Por supuesto que es el resultado de haber elegido mil y una veces en mi vida...nadie me obligó a nada. Obviamente me genera mucha felicidad todo lo que he logrado y construido solo o en pareja, nadie dice lo contrario.
El problema de esta segunda adolescencia, es que se combina con la sensación de que nunca me rebelé lo necesario...de que dejé cuentas pendientes con el convencimiento hoy casi pleno de que nunca llegaré a pagarlas.
Extrañaba esta rebeldía en mi vida. Mucho. Es curioso,  hoy me siento rebelde de nuevo y me revitaliza, aún a sabiendas de que este empujón me hace chocar con mi nueva realidad. Y el golpe es duro.

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