Eso me falta, aunque lo tengo todo.

(Por Celina Malugani)

I used to be (someone) special.

O al menos eso me parecía. Eso veía en las sonrisas de quienes me cruzaba por la vida; alegría genuina.

Siempre me encantó caminar por calles ruidosas, mirando vidrieras inmóviles y la gente a los ojos. Y nada más lindo que toparme con una sonrisa detrás de esos ojos, preludio de una charla que seguramente arranque apurada, llena de deseos de futuros encuentros. Reconocerme alguien en esa mirada. Sin esfuerzo, sin explicar. Y que esa sonrisa después obligue a un alto, a un parar la marcha y dejar de lado al apuro.

Eso me gustaba. Eso me falta. Extraño cruzarme esas miradas. El intercambio sincero, la chispa, encontrar esa palabra que desentierra una carcajada espontánea. Sin elaborar, que salió porque venía, porque hay algo mágico y único que crea lazos inconvertibles a otra cultura, el idioma mágico en el que hablan las almas que comparten caminos. Ese idioma que tantas veces es mudo, es mirado. Es un levantar la vista e ir directo al abrazo, apretar fuerte para que el momento no se escape, o al contrario, para dejar ir lo triste.

Eso me falta. Me sobran motivos para estar feliz. Tengo todo. Todo menos ruido, del bueno, del que conozco, del que sabe quien soy sin tener que explicar.


Foto: Mercedes Adamoli

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