Una cachetada a mi apatía

Hace unos días tuve otra de esas experiencias que te marcan. Una mezcla entre la frustración de sentirte un estúpido, con la emoción de sentir que nuestra especie humana es ante todo eso, humana.

En fin, quienes leen este blog tal vez recuerden esta nota que publiqué un tiempo atrás: "Ver para creer". Seguramente una de mis notas favoritas. En fin, allí planteaba la aluscinante emoción que me dió una situación que viví en Bogotá, al ver a una persona ciega que vendía en un kiosko ambulante y confiaba en la gente que le compraba.

Bueno, contra todos los pronósticos volví a emocionarme ante una situación similar.

Decidí ir en bici a una feria que hacen los domingos, cerca de donde vivo, en Divonne les Bains. Es una feria donde venden frutas, verduras, quesos y otros productos artesanales. Llegué a una de las esquinas donde empieza la fila de puestos. Encontré un buen cartel donde atar la bici y le puse candado para evitar que algún amigo de lo ajeno se la lleve.

Pasamos unas tres horas haciendo compras y almorzando por ahí. La feria ya se estaba terminando. Cuando volví al lugar donde había dejado la bici, me di cuenta que había perdido la llave del candado. Domingo, todo cerrado. Los últimos tenderos ya levantando campamento, y yo pensando en el incordio logístico.

Ante tal escena, un tendero se acercó y empezó a hablarme en francés. No entendí todo lo que me decía pero intentaba calmarme y ayudarme. Mientras volví a recorrer todos los lugares por los que había pasado, con la esperaza de encontrar la llave por ahí en el suelo, este señor decidió ayudarme sin que yo lo supiera.

No tuve suerte. La llave no aparecía. Pero al regresar encontré la bici desatada. Este hombre había desatornillado el cartel del suelo (tenía cuatro tuercas enormes), había quitado el cartel, liberado la bici y finalmente había vuelto a poner el cartel donde estaba. Un maestro. Cuando le ofrecí una propina agradeciendo su ayuda me la rechazó rotundamente: "De ninguna manera", me dijo, en buen francés.

Al poco tiempo volví y le llevé una botella de vino. Estaba feliz. Yo también.



Comentarios

  1. Awww 😍😍😍 muy lindo! Y lo mejor es que el mundo está lleno de personas como estas, solo que las malas noticias o los malos actos son más difundidos! Gracias por compartir!

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  2. ¡Gracias, Juan Cruz, por compartir esta refrescante historia! Me reconectó de una manera con la motivación escencial de lo que hacemos quienes estamos en este asunto de facilitar la solidaridad. Ademas: ¡muy ingenioso, el francés!

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  3. Buenisimo, bien merecido esa botella de vino... saludos Juan

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  4. Que lindo es saber que la gente buena también abunda!! :-)

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