Mana


Si le decías a las 12.30, a esa hora había que llegar. Ni antes ni después. Mana era puntual, puntual como nadie, pero adelantada en el tiempo que le tocó vivir. 

Mana te hablaba sobre el calentamiento global (que luego de mucho lobby lograron cambiar a cambio climático), de los alimentos transgénicos, de los valores por encima de las religiones, de la vida más allá del planeta...Mana te contaba con mucho sigilo y discreción, lo que a ella le parecía, pero nunca a ciencia cierta, porque la ciencia también se equivoca, "eso me parece a mí, pero también puedo estar equivocada" aclaraba.

Mana te hacía sentir único. Entrabas a su casita, su lugar más cómodo del mundo, el que más quería, y te ibas a lavar las manos. "No me des un beso que me puse crema". La clave era lavarte bien y no invadir el área que ella usaba, que siempre estaba pulcra y desinfectada con alcohol, y a veces fuego.

Te miraba fijo, te estudiaba, y en ese momento era el tuyo, nada más. Vos podías distraerte mirando para otro lado, o leyendo algo, pero ella no. Su atención era completamente tuya. 

Ella lograba lo que se proponía. Sabía con quién hablar, y cómo. Sabía hacer las preguntas para obtener la información que necesitaba y cotejar versiones. Y aunque a muchos les podía sonar a micro-manipulación, aprendí que al final que era su arma, su auto-defensa.

"Sentate ahí, y sacá las cosas que hay arriba..." Siempre habían cosas por todos lados, pero ella dominaba su desorden. En su cabeza todo tenía un orden. Mana se aseguraba de preparar la escena antes de que llegaras. Y las cosas que iba a necesitar para la charla. Salvo cuando quería verte actuar y analizarte. Ahí te pedía que te pararas y le alcanzaras algo. 

Mana priorizaba la comodidad por sobre la estética. Aunque era coqueta. Usaba unos "camisontidos" livianos, 100% algodón te aclaraba, medias gruesas en invierno, con saco de hilo o de lana, y zapatos modelo Mana, a los que les cortaba la parte de arriba de la punta para que salieran sus dedos.

Era una experta en logística y estrategia. En su cabeza armaba complejas redes para organizar la provisión de sus alimentos y otros bienes indispensables, como el agua con gas Villavicencio y los delicatessen de Hausbrot. Si podía pasaba a las ligas mayores y lograba que le trajeran unas botellitas de chocolate rellenas de licor, que eran su perdición. Importadas claro. 

Mana soñaba un mundo en paz. Pero también tenía claro que la única evolución posible del ser humano es el aprendizaje, y aprender a veces es doloroso, y puede incluso venir con guerras. Pero la ley de causalidad y lo que hicieras, todo te vuelve. Y creía en un Orden Superior, o Dios. "No soy atea, soy agnóstica, y esotérica". Y se aseguraba que entendieras lo que significaban esos términos, primero dejando que los explicaras vos. Yo me estudié la definición de memoria: Agnóstico se aplica a quien 'declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia'. Y ella sonreía. Fue mi gran amiga, y una de mis grandes maestras.

Mana me enseñó muchísimo. Despertó en mí la curiosidad y la posibilidad de cuestionar las verdades que creía absolutas. 

Hoy cumpliría 98 años, partió hace un poco más que dos, y es la primera vez que me siento a escribir sobre ella. Antes no pude. Te extraño mucho Mana.

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